Si hiciésemos una encuesta preguntando sobre la asignatura más odiada de la escuela, una gran mayoría diría “matemáticas”. Lo que durante la etapa escolar era una pesadilla en la adultez, se transforma en un gran desapego por todo aquello que tenga que ver con operaciones numéricas.
“Soy malo con las cuentas” o “esto no es para mi, soy más de letras” son frases muy habituales. En la mayoría de los casos, detrás de estas sentencias se encuentran recuerdos poco agradables con las operaciones numéricas que parecen haber dictado sobre nosotros dicha condena.
Las matemáticas desarrollan la mente
Si bien cuando somos pequeños, comenzamos a sumar sin darnos cuenta utilizando diferentes objetos cotidianos (por ejemplo, si tengo dos manzanas y compro tres, ¿cuántas tengo?) con el paso de los años y el estudio de las matemáticas en el colegio, algunos de nosotros comenzamos a sentir una antipatía hacia las matemáticas que ya no abandonaremos.
¿Cuál es el motivo de nuestra aprensión por esta área? Los expertos indican que se debe a que los seres humanos tenemos serios problemas con la capacidad de abstracción y eso hace que nos cueste trabajar con elementos simbólicos.
El mundo hostil de las matemáticas
¿Cuánto es (-4) + (-2)? ¡Ni idea! Busquemos rápido una calculadora que se encargue de solucionarnos este problema. Pero si nos ponemos a razonar, los números en negativo se pueden traducir en “deudas”. En este caso, si debemos 4 euros y luego 2 más, estaremos acumulando una deuda de 6 euros.
Este ejemplo es simple y puede comprenderse fácilmente. Pero el verdadero problema surge cuando nos añaden fracciones,fórmulas, raíces cuadradas o potencias. ¡Ahora sí, a buscar la calculadora! Podemos hacerlo y obtendremos un resultado, pero alejaremos la posibilidad de comprender la lógica que subyace a estas operaciones.
Os preguntareis, ¿para qué demonios quiero esta lógica? La lógica nos ahorra espacio en nuestra memoria, porque en realidad para saber matemáticas se necesitan saber dos formulas y algunas pistas para el camino: con ellas podemos construir en unos instantes el resto sin tener que memorizarlas todas.
El poder de abstracción de las matemáticas
Las demás áreas de la enseñanza, como la literatura o la historia, nos permiten visualizar aquello que estamos aprendiendo o leyendo. Si por ejemplo el libro dice “La Batalla de Waterloo fue un enfrentamiento comandado por Napoleón Bonaparte”, podemos imaginarnos una escena de guerra con un hombre y su sombrero encima de un caballo.
Ahora bien, si el ejercicio indica resolver “4x – 3y = 16” se nos complica un poco visualizarlo con algo tangible. De hecho, para poder resolver la ecuación, aunque venga de un problema real, tenemos que salirnos a un mundo paralelo y abstracto, encontrar la solución allí y luego adoptarla en el propio problema.
Salirnos a este mundo abstracto no es un capricho, es porque funciona con unas leyes automáticas y con lógica relacional, que nos facilitan la solución de los problemas. Por ello es que se dice que las matemáticas necesitan una enorme capacidad de abstracción.
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La motivación matemática
Volvamos a nuestros alumnos perdidos en la clase que hemos descrito antes. ¿Cuál va a ser su motivación por las matemáticas si todos los días tienen que escuchar una lección que no entienden? Tienen que estar sentados durante una hora, escuchando un conocimiento que no están capacitados para asimilar porque el eslabón que lo une con lo que ya saben, simplemente, no existe.
Este es sin duda el mejor caldo de cultivo para que las matemáticas queden unidas fuertemente a la impotencia y a la frustración. Ver como algunos de tus compañeros entienden lo que a ti te parece imposible, te genera un sentimiento de inferioridad y aparece la gran falacia lógica. Si tengo el mismo profesor, voy a las mismas clase y no lo entiendo, será que “no estoy hecho para esto” incluso algo más duro y complicado de remontar: “soy un torpe”.
Los trucos de las matemáticas
Si bien hemos creído que los números y las cuentas “son difíciles”, lo cierto es que importa el mucho el cristal desde que las miremos. Que nos cueste es otro cantar. Para dejar de odiar las matemáticas quizás deberíamos saber cuál es su objetivo. Nada más y nada menos que “resolver problemas reales”.
Constantemente buscamos trucos para que las sumas y cualquier ecuación nos “salgan” y por esta razón los libros de matemáticas con secretos de este tipo tienen mucho éxito.
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Escribir 100Hola,
ResponderMe parece un artículo muy interesante con el que plasmas muy bien cuál es el problema de que en general cueste tanto entender las matemáticas.
Para mí, una de las principales claves, como bien has comentado es que los conocimientos son acumulativos, ya que en el momento que el alumno se pierda en alguna parte de la explicación, dejará de entender los siguientes pasos y ahí es donde nacerá la desmotivación y la frustración.
En ese sentido, un profesor particular que identifique las lagunas del alumno y sepa reforzar su base es vital para hacerle aprender y entender las matemáticas.
Saludos
Muy de acuerdo contigo, creo que un buen profesor que le haga una buena base y utilice las varias estrategias para enseñar esa disciplina, se puede cambiar esa realidad.
ResponderHay que reconocer, que también la genética del ser humana es un factor para una rápida asimilación de las matemáticas.
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